jueves, 26 de mayo de 2016

El águila que vestía de Serpiente. Cap. 1

Corría rápido bajo la tenue luz de las mazmorras. Tarde otra vez, seguro que en ésta ocación no podría deshacerse de él con alguna excusa mediocre, últimamente al profesor se veía más amarillento y odioso que de costumbre, cómo si por alguna razón su vida se hubiese vuelto un poco más miserable. Sonrió con la imagen y giró en la esquina.
El último año en Howgwarts se decidió que los de séptimo de Ravenclaw y Slytherin compartirían historia de la magia y pociones y la idea de sentarse junto al montón de engreídos en una clase tan larga hizo que el volver a la torre de astronomía a tomar un buen lugar en las butacas junto a la chimenea se volviera una tentación cada vez más fuerte.
-Gale. Otra vez tarde.- Dijo el profesor en cuanto cruzó el umbral de la mazmorra.- Quizá debería pedirle a la profesora McGonnagall que la transforme en un reloj, así llegaría a tiempo.
-Podría yo misma convertirme en el reloj; profesor, pero salir de la cama se volvería un poco más complicado que ahora.
Snape hizo un gesto desagradable ante la respuesta y murmuró un <diez puntos menos para Ravenclaw> antes de señalarle su lugar entre los de su casa.
Del otro lado del aula localizó el perfil elegante de todos los días. Emmanuel Coracao. Probablemente si hubiese un concurso entre los de septimo de Slytherin para elegir al mayor imbécil, Emmanuel lo ganaría.
Era detestable, misógino, presuntuoso y ridículo. Pero había algo taciturno en el dorado de sus ojos, que cuando miraba su caldero, y su expresión se relajaba, que no podía dejar de mirar. Lynette sacudió la cabeza y se concentró en su poción, poco más y la terminaría y podría dejar las mazmorras y la imágen de la ligera curvatura del labio inferior que no podía sacarse de la cabeza
<Vamos viejo ¿en serio un reloj?> -penso Emmanuel con una enorme sonrisa en el rostro -Hay decenas de buenos chistes y dices uno tan soso.
 Su vista cayó en  Lynette y sus miradas se cruzaron un segundo antes de que ella apartara la mirada.
Lynn era una Ravenclaw  bella y explosiva. su cabllo era abundante, ondulado y oscuro, con grandes ojos castaños y unas cejas que reflejaban la inconformidad permanente de su personalidad. La bruja siempre había llamado su atención. Aunque sus chistes y comentarios "detestables e imbéciles" producían invariablemente en ella algun sonido de desagrado, algún reclamo o un furioso "eres un imbécil"  el siempre procuraba que los escuchara, como si fuese una extraña sensación de proximidad con ella.
 -Profesor Snape, mi poción esta lista, de nuevo.-Recalcó orgulloso.- antes que las de las Ravenclaw presentes, y eso que deberian estar mas acostumbradas a los utensilios de cocina.
El crujir de la rama de saúco (último ingrediente de la poción) crujió bajo las furiosas manos de lynette
-Eres un imécil, lo sabes, cierto?
-Manengan sus peleas maritalles fuera de mi mazmorra. Sentenció snapedando el visto bueno a ambos calderos.- Ahora retirense y no olviden el ensayo de dos pergaminos sobre el efecto de la bergamota en la poción multijugos.
Lynette tomó las cosas de su mochila a toda velocidad esperando no cruzarse por la puerta con semejante idiota, pero pareciendo que Emmanuel leyó su pensamiento el brujo la esperaba a la entrada del aula, bajo el imponente arco de madera tallada.
Lynn paso junto a el con un gesto molesto, pero él lo ignoro y se acercó a su altura para caminar a su lado. Lynn bufó molesta y aumentó la velocidad de sus largas piernas bajo la túnica.
-¡hey!
Dijo Emmanuel mientras la adelantaba un par de pasos y daba media vuelta
 -terminaste tu pócima justo después que yo, seguramente seas la ravenclaw mas lista de la escuela -El brujo empezó a caminar de espaldas, para mantener contacto visual con ella.- Pero que haya un slytherin mas listo...¿no te jode?
<Arg. Maldito> pensó lynn enfadada pero decidió ignorar la puya y continuar en silencio, sin embargo Emmanuel continuaba caminando de espaldas (con una gran habilidad a decir verdad) y mirándola a los ojos. Por un momento pensó en un galeón dorado, en el brillo de el amanecer en el lago del castillo... <Basta! se dijo a sí misma aún más enojada.
-Sabes quizá si no fueras tan imbécil podría pensar en reconocer tu "talento" para las pociones, pero no te dejaría en verguenza eso con el resto de tus amigos retrasados? quiero decir, seguro que te verán como su rey.
Intentó untar cada palabra de sarcasmo para desahogar un poco su ira, pero la reacción del brujo fue completamente distinta a la que pudo haber esperado. Emmanuel le sonrió como nunca antes le había sonreído, como si hubiera visto algo en ella que le gustara, y sintió como el color le subía a las mejillas.
-¿No puedes caminar normal?.-Preguntó desviando la mirada.
-Nah.- Respondió él.- Me gusta la vista desde aquí. Y respondiendo tu pregunta; nunca me ha interesado como me vean ellos, son bastante mediocres...y no inspiran lo que un Slytherin debería.-Bajó la mirada al decir esto, pero cambio de tema rapidamente - ¿eso fue sarcasmo? Wow tal vez el sombrero parlante te mando a la casa equivocada -dijo en una explosión de risa.
Lynn sonrió casi sin quererlo ante la broma y se relajó un poco.
-El otro día humm... vi en tu escritorio, un libro sobre la liberación de los elfos... ¿ te interesa la historia?... Quiero decir, en caso de que sí sepas leer y no lo cargues por ahí sólo para iniciar conversación con chicas.
Los ojos de Emmanuel se abrieron como platos. volvió a caminar normal, justo al lado de la chica y guardó silencio unos segundos mientras pensaba que decir. De pronto se dio cuenta que los segundos se alargaban demasiado; era común que le pasara eso, empezaba a pensar en algo y después se sorprendía divagando en un mar de ideas para frustración de sus escuchas,  que creian que los ignoraba.
-ummm me gustan todas las humanidades, y si eso incluye la historia...aunque deberían enseñar mucha mas filosofia aqui. ¿revisabas mi escritorio?
-¡no! .-respondió Lynn sobresaltada.- Pff, somos compañeros de butaca en historia de la magia por si no lo recuerdas, imbécil.- Y volvió a acelerar el paso rebasando al brujo.
Emmanuel estiró la mano y tomo a Lynn del brazo,  la jalo hacia el para evitar que se fuera; el impulso la dejo parada frente a el. <demasiado cerca> pensó.
-Sabes que solo te molestaba, no te lo tomes tan a pecho, pequeña
De pronto el rostro del brujo se volvió color tomate y se aclaró la garganta nervioso por haberla llamado así.
<¿Pequeña?> pensó Lynn boquiabierta, pero no chistó ante el diminutivo. Miro el perfil de Emmanuel y dejó que su boca se entreabriera un poco con la fantasía, el largo cabello rizado del brujo se mantenía en una coleta, y dos círculos oscuros rodeaban sus ojos <Como un mapache> pensó.
Por un segundo lo vislumbró como un guerrero de algún país exótico y entonces regresó a consciencia al darse cuenta que observaba su espalda ancha bajo el chaleco del uniforme
-Juegas quiditch, no es cierto?.- Preguntó en un tono más amable
Emmanuel Sentia la proximidad de la Ravenclaw y eso lo ponia nervioso, pero aparentaba mucha tranquilidad, como si el corazón no le latiese a un ritmo definitivamente no saludable.
-Asi es, me encantan todos los deportes, aunque te escuche decir en alguna ocasión que tu los detestas...supongo que pasas por el campo solo para verme.- Lo dijo riendo pero temeroso de romper aquella delicada conversación con una idiotez.
-Por supuesto, -contestó ella siguiendo el juego con sarcasmo.- todos los días voy a verte entrenar, incluso te espió mientras te bañas.
Una sonrisa se dibujo en los labios de Emmanuel <bueno...al menos no me golpeó> pensó. Dio media vuelta y volvió en sus pasos, se detuvo a unos metros de la bruja y la vio de reojo.
-Pues entonces nos veremos en el campo un dia de estos - siguio caminando y dijo casi en un grito -Me encanta tu cabello. ¡Te sienta bien el verde! Seguro es tu deseo reprimido de ser una Slytherin
-Eres un imbécil!.- le gritó Lynn  con una sonrisa al verlo alejarse.

El niño que se transformó ciervo para volverse hombre, y se convirtió en árbol para volverse un Dios.


La historia de un muchacho, que se convirtió en ciervo para volverse hombre, y se volvió árbol para convertirse en dios
Hace mucho tiempo, cuando los hombres eran criaturas nuevas y pequeñas, y los animales eran bestias enormes y antiguas, existió una tribu a las faldas de un bosque. La tribu era de los kezhé, guerreros valientes y fieros. Los kezhé, a pesar de su inteligencia en el combate, no eran hombres sabios. No sabían de palabras, y por ello, siempre estaban enfrentados con otros clanes de las montañas.
Entre los Kezhé, vivía un muchacho llamado Noha. Era joven y tranquilo, y gracias a eso tenía el trabajo de ser el vigía de la aldea. Así que Noha pasaba sus días y noches con la vista en el bosque. Algunas veces veía al sol ponerse entre las copas de los enormes árboles, y otras veces lo veía salir de entre las llanuras.
Noha hablaba poco y escuchaba mucho, contrario de los demás Kezhé, que gritaban tan alto que no podían distinguir ni sus propias palabras. Una mañana escuchó a los hombres decir que el Jefe de la tribu había entrado en guerra con el clan de los Meke. Los Meke usaban puntas de piedra en sus flechas, tan filosas que podían atravesar las casitas de techo de enramada de los Kezhé y matar a quien estuviese dentro.
Preocupados; los altos mandos de la tribu decidieron que levantarían un muro enorme, hecho de los árboles más gruesos que pudieran cargar, para así poder defenderse del enemigo. Al bosque no le gustó eso. Y mientras Noha lo observaba a la luz de las estrellas, vió brillar con ira los ojos de las bestias que lo habitaban. Pero no dijo nada. 
A la mañana siguiente, un grupo de leñadores y guerreros salió cantando de la aldea. Y así consecutivamente; durante toda una luna Noha los vió partir con el sol y regresar cargados de troncos y con el torso bronceado. Durante la cena, mientras se congregaban todos a comer alrededor de la hoguera lo que los cazadores hubieran capturado, habló uno de los leñadores. Dijo haber visto un zorro enorme, del tamaño de un oso, con colas como fuego serpenteando a su espalda; que lo miró a los ojos y le habló sin palabras. Pero cuando; asustado, intentó darle caza, la bestia se desvaneció en el aire.
Noha pensó en los fúricos ojos que observaban la aldea desde el bosque, ¿Sería aquel zorro el dueño de esa mirada?. Durmió con esos pensamientos, pero al alba fue despertado por los gritos de los aldeanos  anunciando que un mounstro se dirigía a la aldea. Salió de su casa armado con arco y flecha, y subió corriendo a su puesto de vigía. Avanzando hacia la aldea con la majestuosidad de un Dios, iba el enorme zorro. Le ondeaban siete colas a la espalda, una por cada mil años de vida.
La primera avanzada acometió contra él con flechas, que se volvieron carbón antes de tocarlo. La segunda fue con piedras, pero cuando alcanzaron el aire, se transformaron en pájaros y alzaron vuelo. El último intento de los Kezhé llegó en forma de fuego. Y el zorro avanzó a través de él cual Dios que era. Al llegar a la entrada de la aldea, habló con el idioma de los hombres, y a pesar de que jamás abrió la boca; todos lo escucharon.
Hombres egoístas. Os habeís aprovechado de mi. Habeís talado el bosque durante una luna entera ¿y quereís más? Os he compartido de mi bosque, porque alguna vez fuisteís bestias y eso os convierte en mis hermanos. Pero os habeís olvidado de eso, habeís matado en mi bosque para comer, como hace el lobo o la lechuza, y os lo he permitido, ¿Y ahora venís a talar mis árboles para hacerle la guerra a otros hombres? ¿Os los vais a comer después de matarlos? Os habeís convertido en criaturas abominables, lejos del camino de los animales. Os habeís coronado como superiores y hasta habeís inventado falsos Dioses humanos, ¿Por qué serían humanos los Dioses si habeís descendido de nosotros, las bestias?. No extinguiré vuestra tribu el día de hoy, os perdonaré porque sois nuevos en éste mundo. Pero me dareís veinte de vuestros cachorros. Para pagar veinte de mis árboles jóvenes, que no verán la madurez gracias a vosotros.
Derrotados, los Kezhé atendieron a las exigencias del zorro, el jefe eligió a los veinte hombres más débiles de la tribu y se los entregó al Dios. Entre ellos iba Noha, caminando tras las pisadas del enorme animal con dirección hacia su muerte. Los elegidos para el sacrificio no decían nada, eran una tribu orgullosa y sabían que la elección del jefe purificaría la sangre de la aldea.
Noha jamás había entrado al bosque, sentado en su torre de vigía, sólo observaba en silencio la montaña. Pero siempre había querido conocerlo, y la belleza que se extendía ante sus ojos le quitaba el aliento. Los árboles eran mucho más enormes de cerca, de troncos gruesos y nudosos, su follaje resplandecía al amanecer como piedras preciosas. Los estanques tenían costas de musgo cubiertas de flores, y las rocas de los riscos eran blancas como el mármol. Y liderando todo ese espectáculo iba el Dios Zorro. Los árboles sacudían sus hojas para él, los arroyuelos borboteaban y las flores se inclinaban a su paso. 
Pronto llegaron a un claro, cubierto de brillante pastizal. La procesión se detuvo ahí y comenzaron a surgir grandes bestias de entre los troncos. Había lobos, gatos salvajes, panteras, jabalies y lechuzas del tamaño de águilas. Pero ninguno tan grande como el Zorro, y en todos los ojos de los animales brillaba la ira. No hablaron, pero Noha los entendió. Pedían venganza por el bosque, compensación por la destrucción que habían sentido en sus cuerpos. El Dios zorro hizo pasar a los humanos al claro para que alimentaran a las bestias, y ellas hicieron reverencia agradecidas. Pronto la orgullosa tribu se deshizo en gritos y súplicas mientras eran devorados. Pero Noha era un hombre sabio y se dirigió al Dios. Se tumbó frente a él en reverencia y le rogó que le permitiera conocer el bosque antes de morir.
El Zorro era benevolente, y no quería perder la esperanza en sus jóvenes y estúpidos hermanos, así que envolvió a Noha en una de sus colas, y lo transformó en un ciervo.
De pronto Noha sintió cómo el cuerpo se le estilizaba, le crecía pelaje suave en la piel, y se sostenía en cuatro patas. Y sus sentidos se embotaron, podía escuchar el canto de los pájaros tan cercano, oler el rocío de la hierba, la sangre en el hocico de los predadores, pero sobre todo podía sentir un latido enorme dentro de él. ¿Era acaso su corazón propio desbocado? Asustado se acercó al Zorro tratando de buscar refugio en él, y éste lo acunó en su pata. Le explicó que aquel palpitar que sentía, era el del bosque, el latido de los árboles, de la tierra, de la hierba, el agua y las flores. 
Podía sentir las enredaderas en su propio cuerpo, y el viento en sus cuernos incipientes como si fueran las hojas de las copas. La sensación era sobrecogedora ¿Así se sentían las bestias sobre el bosque?. De pronto, localizó algo oscuro dentro de él. un dolor punzante en su cuerpo, cómo si le hubiesen cortado una pierna. Se tiró al suelo agonizante, pero estaba completo. Y al concentrarse en el dolor, pudo sentir que la fuente radicaba en los árboles talados por su pueblo. Era como si los hubieran arrancado de su piel, cómo si le hubieran cortado los miembros. Se sentó sobre la hierba y lloró, cada brizna lo acarició a modo de consuelo y el Zorro le lamió la cara, explicando sin palabras que así se sentían todas las criaturas del bosque. Que cargaban con el dolor en sus ojos, y para no llorar lo transformaban en ira. Los lobos aullaron y el supo que lo comprendían. 
Se alzó tembloso y decidido, no podía dejar que ése dolor lo devorara, que lo consumiera. No podía dejar que siguiera existiendo, ni para él ni para la hierba, los árboles, las bestias o el Zorro.
Y así, Noha se dirigió de regreso a casa, con el gracil y sedoso moviento que le daban sus nuevas piernas al andar. El claro se alzaba ante él con el frescor de los estanques y los insectos zumbaban componiendo una sútil melodía, que era interrumpida de vez en cuando por el chapoteo de una rana. Y Noha lo observaba todo con sus ojos, sus orejas e incluso su nariz. Era un cervatillo, la cresta que llevaba sobre la cabeza a penas comenzaba a lucir como los abetos  jóvenes y bajo sus pezuñas tiernas, crujía el musgo contra las piedras.
Estaba desorientado, todos los estímulos entraban en su cuerpo al mismo tiempo y su cerebro no lograba procesarlos. Pero no podía detenerse, tenía que llegar a la aldea y avisar al Jefe que no podía seguir profanando el bosque, convencerlo de que nadie podría sobrevivir si continuaba. Pero los Kezhé no conocían de escuchar. No eran hombres sabios, ni de negociaciones, y cuando el cervatillo que era Noha se acercó a la construcción de la muralla de la aldea, una lluvia de flechas salió a su encuentro. Intentó desesperadamente gritar, y se quedó afónico de repetir el mensaje al jefe mientras huía de los hombres que habían enviado a cazarlo.
Regresó al bosque, cojeando, herido y triste. Y los árboles comprendieron su tristeza, y lloraron rocío para él. Cerró los ojos, y al abrirlos, el Dios Zorro le devolvió la mirada. Noha le contó acerca de los Kezhé y de su encuentro. De cómo había intentado impedir la destrucción, de que había fallado y le rogó que le diera otra oportunidad de hablar con ellos, que no matara a la tribu aún.
El Zorro accedió, lo convirtió de nuevo en humano, y lo dejó montar en su lomo, dirigiéndose hacia la aldea.  Noha sentía que le hubiesen arrancado parte de su alma cuando regresó a su forma de hombre, ¿Dónde estaba el canto del arrollo y el aroma del lodo bajo las hojas? Abrazó el pelaje de el Dios y cantó; triste, la canción del bosque.
Los Kezhé eran guerreros fieros y habían aprendido del enfrentamiento pasado con el zorro. Los recibieron con una lluvia de flechas encendidas, seguida por una emboscada de guerreros escondidos entre los árboles. Pero el Dios Zorro era el bosque y la tierra. Y el sabía de las trampas de los hombres, así que todos sus ataquen fueron inservibles. Noha habló a la tribu de pie en el lomo del Zorro, y rogó que dejaran en paz al bosque. Habló con todo el aire de sus pulmones, con los latidos de su corazón y con las fuerzas que le quedaban. Pero la tribu no escuchó. Lo llamaron traidor por estar de parte de el zorro que había destrozado a diecinueve de sus hermanos, y le dijeron que se fuera y jamás volviera. 
Pero Noha no pensaba ceder. Besó el pelaje del Zorro y le pidió un último rezo, le dijo que si le otorgaba el poder de derrotar a esos hombres, defendería el bosque para siempre. Pero el zorro era una criatura milenaria y majestuosa, era tan erudito que conocía los misterios del corazón, y sabía que nunca es bueno darle poder a los hombres. Así que se inclinó y rodeó a Noha con todas sus colas. Una por una se cerraron al rededor del muchacho, y al abrirse ese capullo, Noha habló a la tribu.
Mientras yo sea parte del bosque, no volvereís a profanarlo.  Podeís aceptar el vivir juntos como bestia y tierra o podeís morir de hambre y de frío, sin caza para el sustento y sin leña para el hogar. Habeís jugado a la guerra suficiente, No os llevaras al bosque en vuestros juegos.     
Y entonces creció, su cuerpo se alargó, sus brazos y piernas se volvieron ramas y raíces. El bosque lo abrazó, lo protegió del ataque de la tribu y Noha se convirtió en un árbol. Era tan álto que sobresalía en la montaña como una torre de vigía. Su tronco era tan grueso que ni veinte hombres juntos podían rodearlo, y desde ahí cuidaba. Sus retorcidas y enormes raíces se movían como serpientes si algún hombre intentaba atacar al bosque. Pero Noha fue un hombre sabio, así que cuando se acercaban por caza o por leña los dejaba treparlo y pasar. Por las noches, el Dios Zorro paseaba por sus ramas y Noha seguía su camino con flores en sus hojas.
Y así fue como un muchacho, se convirtió en ciervo para volverse hombre, y se volvió árbol para convertirse en un Dios.

viernes, 12 de junio de 2015

La puberta del cuarto oscuro y el enano sin nariz.

¡Hoy es el cumpleaños de alguien muy especial para mí! El señor (por que ya es un señorón) Peter Dinklage. Pero para que comprendan el por qué un actor tan lejano de mí, que jamás ha escuchado de mi presencia o existencia y su cumpleaños valen una entrada en éste blog (tanto mío como de ustedes) les contaré una pequeña historia. La historia de la puberta del cuarto oscuro y el enano sin nariz.

Nos remontaremos a tiempos de dragones, de reyes y reinas, de muros helados y de la batalla por un horrible y filoso trono de hierro. Y paralelamente; a tiempos de lectura de PDF en smartphones.
Dentro de nuestra historia tenemos a una adolescente, 16 años, en pijama todos los días, que vivía oculta en una oscura habitación. Poco comía, poco bebía y nada salía. La única luz que llegaba a tocarla era la de la pantalla de su celular, pues los días nacían y morían afuera de su cuarto; con la puerta y ventanas cerradas. Leía, navegaba por internet y respondía uno que otro mensaje, todo en la pequeña pantalla.
Un buen día (o noche, venía a ser lo mismo) descubrió un tesoro oculto en las profundidades de la red. Una saga de libros conocida como Canción de Hielo y Fuego, pronto a todo lo que dedicaba su tiempo desde que despertaba hasta que el sueño la vencía era a devorar uno tras otro los volúmenes de la inmensa novela. Y así mientras caminaba detrás de los personajes, en los altos salones de invernalia; conoció a su héroe.
Era un hombrecillo pequeño, de brazos gruesos y piernas cortas, un ojo negro y uno verde y mechones lacios de cabello tanto negro como dorado cubrían su cabeza. Un personaje para nada atractivo, sin mucho que coincidir con el apuesto protagonista que enamora a los lectores de una novela, al contrario, dedicaba sus días a leer, embriagarse y era un conocido aficionado de los burdeles. Pero conforme lo conocía, y veía develarse ante ella la personalidad que aquel enano guardaba, más cariño le tenía. La vida de aquel hombre contenía abuso constante, no era un hombre querido dentro de aquellas páginas tampoco, a pesar de sus buenas intenciones, buenas acciones y deseos de ayudar, siempre el peso de lo que le juzgaban caía más fuerte; Aquellos insultos "Gnomo" "Mediohombre" hacían más eco. Pero Tyrion Lannister no era ningún medio hombre, era un hombre hecho y derecho, recto en valores, en constancia, en fortaleza, en astucia, en inteligencia, en cuidado por aquellos que le rodeaban. Así aquella enclaustrada comenzaba a escuchar risas dentro del cuarto oscuro, y es que era imposible meterse en la cabeza de aquel enano sin reír acerca de su perspectiva en la vida. Y poco a poco el cuarto se fue volviendo más claro, y poco a poco las comidas eran más frecuentes, y poco a poco el color regresaba a su propia perspectiva de la vida, ayudada por aquel hombrecillo.

Me encantan las novelas de Canción de hielo y fuego. Podría decir que es mi saga favorita. Pero sobre todas las cosas amo a Tyrion. Puede que el cuarto oscuro quedara atrás hace muchos años, pero seguirá siendo mi héroe así el sol brille en su máximo punto. Y el verlo personificado, el poder ver a mi héroe en carne y hueso, el ponerle una voz, el sentir sus palabras como algo tangible fuera de mi cabeza, fuera del universo de la pequeña pantalla; es algo que le debo a Peter Dinklage.
Gracias Peter, y un millón más. Has hecho una representación en la pantalla chica digna de aplauso, he reído y llorado a tu lado, y he podido ver a mi Tyrion dentro de ti.


Y así termina ésta pequeña historia. Supongo que todos tenemos una parecida (y si no la tienes, la tendrás; no te preocupes. La rareza no deja atrás a nadie)
Si quieres platicarme la tuya; sabes cómo contactarme. El zorro azul deja su correo por ahí ----> o puedes dejarme un mensaje. Así me despido de ésta emocional (por decir poco) entrada. Yo te escribo aquí, saliendo de bañar sentada en la mesa de la cocina, tu me lees ahí en algún rincón del mundo.
Just remember; you can count on the Blue Fox.

De Cuentos y Consejos.

He aquí la primera entrada del Zorro Azul

¿Es normal estar nerviosa? Okay. Asumiré que sí. Y todo éste embrollo se estrena. Creo que debí vestirme más de gala, pero son vacaciones, y no estar en ropa interior en el sillón creando un blog sería pecado. No que yo sea muy religiosa (o religiosa) pero hay ciertas reglas que se deben respetar.
Así que pues bien, El blog tiene por nombre las historias del zorro azul, así que lo justo sería que comenzara por contarles una historia; la mía.
Nací en Sta Clara, California, U.S. Un 28 de Mayo de 1995 a media noche. Tres meses después de eso viajé con mi mamá de regreso a México, y poco después nos siguió mi papá, he vivido en distintas partes de la república, y constantemente me he mudado, a los tres años de edad nació mi hermana, y desde entonces me he esforzado por cuidarla como si fuera parte de mí, poco después de eso, a los 5 años, sucedió un acontecimiento cuya influencia en mi vida presente jamás hubiese imaginado.
Fue un golpe en la cabeza en un parque. Algo normal en la infancia de un niño, supongo. Es raro cómo las cosas más pequeñas pueden encargarse de las más grandes, algo así como la teoría del caos lo marca. Bueno, entonces digamos que ese fue mi aleteo de mariposa.. Mi vida continuó de manera más o menos normal de ahí en adelante, primaria, secundaria, preparatoria... y a mitad de ese camino las cosas comenzaron a cambiar poco a poco. Episodios depresivos severos, cada vez más seguidos uno del otro, días sin salir de casa. Para el momento que era hora de elegir carrera, la duda era cada vez más severa. Podía estudiar cualquier cosa, sólo era necesario elegirla. Pero nada me llenaba lo suficiente, y toda ésa nube se cernía sobre mí cada vez más, como un peso constante y en aumento sobre mi espalda, y entonces; Eureka.
Esa era la respuesta. Yo no quería que nadie jamás se sintiera de la manera como yo me sentía, y si podía hacer algo para cambiarlo, lo cambiaría.
Entonces empezó mi historia de la mano de la Psicología. Y aquí es dónde aquel vuelo de mariposa me alcanza. Mientras pasaban los semestres mi ánimo era una montaña rusa cada vez más pronunciada. Crisis de depresión tan profundas que tocaban los intentos de suicidio y flagelación, Crisis de manía que alcanzaban el abuso de sustancias, y la toma de riesgos cada vez más estúpidos, Crisis de ansiedad dónde mis pulmones colapsaban y mis brazos y pecho quedaban heridos y sangrantes cuando me tranquilizaba.
Y entonces se logró poner un nombre a todo aquello que me cazaba. Trastorno Bipolar. Causado por ese ligero traumatismo. Por ese vuelo de mariposa.
Mi intención en éste Blog viene a eso, puedo contar las historias que quiera, acerca de lo que siento, de lo que pienso, mi ánimo será cambiante, y mis redacciones también. Pero la intención es mantener la línea estable. Y dentro de ese conocimiento de lo que se siente. De tener que vestirlo todos los días, Quiero ayudar.
La experiencia que tengo hasta ahora como estudiante de Psicología me permite ser Consejera y Consultora. No sólo ofrezco mi ayuda a aquellas personas que padezcan un trastorno Bipolar, sino a cualquiera, cualquiera que tenga un peso que quiera descargar, una herida que le duela, un cansancio que no pueda descansar fuera de su cuerpo. Estoy aquí para ti. Para cualquiera. Ésa es la Intención del Zorro Azul. Quiere más colores para el mundo.
Así que si simplemente quieres pasar un rato por éste, mi blog; tu blog, y leer mis historias y mis cuentos, hazlo. Y si quieres pedir un consejo, hazlo. Y si simplemente quiere platicar algo y deshacerte de un peso, hazlo. ¡En fin! Ahora que terminamos nuestra primera historia, (no muy interesante, pero necesaria; diría yo) podemos continuar, mi correo debe estar en algún lado por ahí ----> y de cualquier manera si no, puedes dejarme un comentario ahí abajito (en anónimo, si quieres).
Y así, estreno y me despido, yo aquí en malas fachas en el sillón, tu ahí, leyéndome en algún rincón del mundo.
Just remember; You can count on Blue Fox.